martes, 24 de julio de 2012


Petróleo: ¿Maldición o Bendición?
Estamos frente a un desafío social cuyo problema de raíz radica en la educación y no en la tenencia o no del petróleo. En este sentido, se nos ha enseñado desde pequeños que vivimos en un país rico en “recursos naturales renovables y no renovables” y “en vías de desarrollo”, gracias al petróleo. Se nos ha enseñado que tenemos todo, que no nos falta nada, sin mencionar que todos los recursos de los que disponemos no sirven de nada sin una cultura del trabajo. El no tener una cultura del trabajo representa una maldición, porque, al no tener cultura del trabajo, la producción nacional tanto de bienes como de servicios va decayendo vertiginosamente, sobre todo durante los últimos 14 años. No hemos dispuesto en los 50 años de democracia de políticas económicas adecuadas que nos permitan surgir como país.

Estamos trayendo todo desde fuera, desde lo más elemental, a cambio de la riqueza “relativa” que nos da el petróleo. Un país petrolero en vías de desarrollo no puede permitirse un aproximado del 50% de pobreza extrema, ni un poder adquisitivo cada vez más limitado en el ciudadano común. Me atrevería entonces a afirmar que somos un pobre país rico, con problemas gravísimos culturales, de mentalidad, pues el pobre asume el paternalismo del Estado, como la salida a todos sus problemas. La idea de que el Estado debe proveer a la persona de todo el bienestar y no su trabajo proviene de una idea equivocada de lo que es el comunismo. 

Por otra parte, el ciudadano que tiene la oportunidad de formarse para el trabajo adolece –sin ánimos de generalizar- de una cultura de la calidad y del mantenimiento. Quizá por ser un país tan joven, consideramos viejo e inservible aquello que con un adecuado mantenimiento tiene una vida útil de largo plazo. De manera global, autores diversos han expresado que el problema fundamental que impide que nuestra Venezuela vaya hacia adelante es un problema cultural que radica en su gente.
                
En este orden de ideas se inauguran hospitales, para garantizar la salud gratuita a la gente, pero no hay un adecuado mantenimiento de ellos, ni se disponen de los recursos necesarios para ello, ya que el problema es global, comenzando desde la cabeza, es decir, desde el Ejecutivo hasta el ciudadano más humilde y el menos preparado.

Celina Moncada
8.044.892

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