Petróleo: ¿Maldición o Bendición?
Estamos
frente a un desafío social cuyo problema de raíz radica en la educación y no en
la tenencia o no del petróleo. En este sentido, se nos ha enseñado desde
pequeños que vivimos en un país rico en “recursos naturales renovables y no
renovables” y “en vías de desarrollo”, gracias al petróleo. Se nos ha enseñado
que tenemos todo, que no nos falta nada, sin mencionar que todos los recursos
de los que disponemos no sirven de nada sin una cultura del trabajo. El no
tener una cultura del trabajo representa una maldición, porque, al no tener
cultura del trabajo, la producción nacional tanto de bienes como de servicios
va decayendo vertiginosamente, sobre todo durante los últimos 14 años. No hemos
dispuesto en los 50 años de democracia de políticas económicas adecuadas que
nos permitan surgir como país.
Estamos
trayendo todo desde fuera, desde lo más elemental, a cambio de la riqueza
“relativa” que nos da el petróleo. Un país petrolero en vías de desarrollo no
puede permitirse un aproximado del 50% de pobreza extrema, ni un poder
adquisitivo cada vez más limitado en el ciudadano común. Me atrevería entonces
a afirmar que somos un pobre país rico, con problemas gravísimos culturales, de
mentalidad, pues el pobre asume el paternalismo del Estado, como la salida a
todos sus problemas. La idea de que el Estado debe proveer a la persona de todo
el bienestar y no su trabajo proviene de una idea equivocada de lo que es el
comunismo.
Por otra parte, el ciudadano que
tiene la oportunidad de formarse para el trabajo adolece –sin ánimos de
generalizar- de una cultura de la calidad y del mantenimiento. Quizá por ser un
país tan joven, consideramos viejo e inservible aquello que con un adecuado
mantenimiento tiene una vida útil de largo plazo. De manera global, autores
diversos han expresado que el problema fundamental que impide que nuestra
Venezuela vaya hacia adelante es un problema cultural que radica en su gente.
En este orden de ideas se
inauguran hospitales, para garantizar la salud gratuita a la gente, pero no hay
un adecuado mantenimiento de ellos, ni se disponen de los recursos necesarios
para ello, ya que el problema es global, comenzando desde la cabeza, es decir,
desde el Ejecutivo hasta el ciudadano más humilde y el menos preparado.
Celina Moncada
8.044.892
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